Tras sus verdes ventanales y ante el mundo exterior colocó un tupido velo. Pero no era suficiente, pues tan solo se distorsionaba vagamente la visión. Quitó pues el velo y colgó unas cortinas. Todavía se podían ver difusas siluetas del interior, por lo que retiró las cortinas y construyó un grueso muro. Ahora nadie podría intentar mirar en su intimidad. Estaba a salvo.
La alegre fachada con aquel bonito vergel eclipsaba por completo la atención de todas las mirabas, que ni tan siquiera se percataban de la existencia del inquebrantable frío muro.
Aquella “falsa realidad” creada para los ojos externos era muy diferente de lo que se ocultaba tras las lapidadas ventanas.
Lo que fuera era verde, en el interior era negro; lo que bajo el cielo brotaba, tras las paredes se hundía; lo que se veía claramente a la luz del sol, no era mas que una farsa tras los cristales. Todo era en conclusión, una elaborada mentira cuyos únicos testigos eran ella y el muro. Con aquella protección de ladrillos nunca nadie sabría la realidad de sus emociones, nadie la conocería y, por lo tanto, nadie la lastimaría.
Ese encierro evitó ver sus lágrimas y sus enojos, pero desde luego no evitó llantos internos y gritos sin voz.
Pero un día la h
ermosura del jardín desapareció.
Los tallos quedaron sin hojas, la fuente sin agua, y las flores, tan vigorosas antaño, tristemente se marchitaron.
La agonía oculta tras las paredes jamas fue percibida por la existencia del “famoso” muro, pero irremediablemente supo esquivar las puertas e invadió lo que quedaba aún intacto bajo aquella estrellada noche sin luna.
Primero se adueñó de su debilitada voluntad, pues logró alejarla de sus amigos, hobbies y anhelos; mas tarde se fue apoderando de su cuerpo, que se asfixiaba lentamente como pez fuera del agua; y finalmente no le resultó difícil recoger lo que aún quedaba de su vida, pues a una vida sin esperanzas es muy fácil incitarla a abandonar la causa de su tormento.
Y fue un pulcro y afilado instrumento el encargado de acabar con el desorden que existía oculto tras aquel bello jardín en flor.
El fluido río encarnado arrastró tras su paso toda la desesperación contenida en aquel habitáculo ence
rrado en las tinieblas.
Y en su desbordamiento se filtró en el muro, y atravesó su sólido cemento para también atrapar lo que aún era admirado en el exterior y arrastrarlo con lo que verdaderamente había sido su propia realidad.
Fue al desaparecer sus sufrimientos, iras y engaños cuando el muro, por su propio peso, se desplomó, pues ya nadie pudo impedir su destrucción. Y al caer el muro se supo que algo oscuro albergó tras su protección, pero era tarde. Pese a la factible visibilidad, ya nada quedaba en el interior, tan vacío estaba que mirarlo únicamente provocaba una apagada desolación, salpicada con grandes gotas de confusión.
La alegre fachada con aquel bonito vergel eclipsaba por completo la atención de todas las mirabas, que ni tan siquiera se percataban de la existencia del inquebrantable frío muro.
Aquella “falsa realidad” creada para los ojos externos era muy diferente de lo que se ocultaba tras las lapidadas ventanas.
Lo que fuera era verde, en el interior era negro; lo que bajo el cielo brotaba, tras las paredes se hundía; lo que se veía claramente a la luz del sol, no era mas que una farsa tras los cristales. Todo era en conclusión, una elaborada mentira cuyos únicos testigos eran ella y el muro. Con aquella protección de ladrillos nunca nadie sabría la realidad de sus emociones, nadie la conocería y, por lo tanto, nadie la lastimaría.
Ese encierro evitó ver sus lágrimas y sus enojos, pero desde luego no evitó llantos internos y gritos sin voz.
Pero un día la h

Los tallos quedaron sin hojas, la fuente sin agua, y las flores, tan vigorosas antaño, tristemente se marchitaron.
La agonía oculta tras las paredes jamas fue percibida por la existencia del “famoso” muro, pero irremediablemente supo esquivar las puertas e invadió lo que quedaba aún intacto bajo aquella estrellada noche sin luna.
Primero se adueñó de su debilitada voluntad, pues logró alejarla de sus amigos, hobbies y anhelos; mas tarde se fue apoderando de su cuerpo, que se asfixiaba lentamente como pez fuera del agua; y finalmente no le resultó difícil recoger lo que aún quedaba de su vida, pues a una vida sin esperanzas es muy fácil incitarla a abandonar la causa de su tormento.
Y fue un pulcro y afilado instrumento el encargado de acabar con el desorden que existía oculto tras aquel bello jardín en flor.
El fluido río encarnado arrastró tras su paso toda la desesperación contenida en aquel habitáculo ence

Y en su desbordamiento se filtró en el muro, y atravesó su sólido cemento para también atrapar lo que aún era admirado en el exterior y arrastrarlo con lo que verdaderamente había sido su propia realidad.
Fue al desaparecer sus sufrimientos, iras y engaños cuando el muro, por su propio peso, se desplomó, pues ya nadie pudo impedir su destrucción. Y al caer el muro se supo que algo oscuro albergó tras su protección, pero era tarde. Pese a la factible visibilidad, ya nada quedaba en el interior, tan vacío estaba que mirarlo únicamente provocaba una apagada desolación, salpicada con grandes gotas de confusión.
Amanda
Yo creo que habré hablado de mi entusiasmo por el suicidio como seis mil veces desde que fallecí y treinta mil antes de ello.. Es pues obvio que no podía haber muerto de otra manera... Hay mas de ellos por aquí.. Jeje, uno, muy loco él, se ató a sus cuatro caballos y disparó, saliendo cada uno en una dirección y, por tanto, sus estremidades tambien. Dice que tuvo tiempo de escuchar el chasquido de cada musculo según se rasgaba...
El problema va a ser cuando queramos evadirnos también de aquí... a ver entonces qué hacemos?
Y si, otro relato escrito por mis neuras universitarias...
3 comentarios:
Puesto que no elegimos cuando nacemos, elijamos cuando morir.
va a ser q me siento identificada con este relato, d verdad.
y quién no? Mi inspiración siempre me viene en momentos así...
Los mayas... tan sabios...
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